Sitio de origen.
Las telas fueron elaboradas en el taller de bordado del refugio de Colomoncagua, Honduras. Donde se instalaron más de 30 mil personas, que huían de los bombardeos cuando la guerra se agudizó en El Salvador en 1981, luego de la masacre de El Mozote.
Técnicas.
Las telas fueron elaboradas en el taller de bordado del refugio de Colomoncagua, Honduras. Donde se instalaron más de 30 mil personas, que huían de los bombardeos cuando la guerra se agudizó en El Salvador en 1981, luego de la masacre de El Mozote.
Técnicas.
Estas se hacían a través de dibujos, con el uso del lápiz. Luego, se bordaban con diferentes puntadas y, se acompañaban con textos que expresaban su oposición a la repatriación o su deseo de paz: “Los refugiados salvadoreños pedimos respeto de todos los expatriados del mundo”. “¡Ésta es nuestra guardería!”. “Taller de mecánica donde se capacitan los refugiados por igual...” “¡Queremos paz!" Todas estaban inspiradas en su realidad.
Artistas.
Niños y mujeres salvadoreñas emigrantes de diversa procedencia fueron los
artífices de mantillas, pañuelos, manteles. Aprendieron este arte en escuelas especiales del campamento, para mantenerse ocupados. Así mismo, cultivaban sus alimentos en el campamento, elaboraban ropa y distintos productos para sobrevivir dentro de él, ya que el gobierno hondureño no les permitía salir porque consideraban que los guerrileros tenian contacto con ellos, pues decían que llegaban a conseguir alimentos.
RELEVANCIA HISTÓRICA
El Salvador se vio violentado cuando estalló la crisis política por el fraude en las elecciones, problema que no surgió hacía algunos años, sino desde hace siglos. Y es que, desde la llegada de los españoles, los indígenas pasaron de ser dueños de su tierra a trabajarla como esclavos; a pesar de la llamada "independencia nacional" los campesinos siguieron soportando injusticias por parte de la oligarquía que luego conformó una dictadura. Cansados de esta situación, algunos valientes salvadoreños que protestaban por sus derechos fueron asesinados, e incluso sus familias sufrieron las consecuencias en hechos como la insurrección campesina del 32.
La Guerra Civil parecía ser la única opción para lograr disminuir las injusticias por parte del Estado. Sin embargo, quienes mas sufrieron durante ésta, fueron los mismos salvadoreños, los cuales tuvieron que vivir una situación de extremada violación a sus derechos, por parte de batallones de la Fuerza Armada en Masacres como la del Río Sumpul, El Mozote, río Gualsinga, entre otras.
La Guerra Civil parecía ser la única opción para lograr disminuir las injusticias por parte del Estado. Sin embargo, quienes mas sufrieron durante ésta, fueron los mismos salvadoreños, los cuales tuvieron que vivir una situación de extremada violación a sus derechos, por parte de batallones de la Fuerza Armada en Masacres como la del Río Sumpul, El Mozote, río Gualsinga, entre otras.
Así como
nuestros ancestros indígenas desde la época prehispánica, elaboraban sus
códices en el papel sagrado presentando sus historias. Así también, las mujeres
sin saber que estos son sus códices contemporáneos, comenzaron usar hilos y a
bordar destacando dos cosas: Lo vivido en el pasado, y el presente en el
refugio.
Las mantas
también hablan de la capacitación que se ofreció a varias personas para atender
problemas de salud y nutrición, a la par de enseñar oficios como sastrería,
zapatería, mecánica, carpintería o peluquería.
En los bordados hablan de una manifestación
que hubo contra el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(Acnur) quien también exigía su reubicación, no obstante la oposición de los
salvadoreños que argumentaban que no existían condiciones de seguridad en su
país para trasladarse allá con sus familias.
La represión y
hostigamiento del ejército de Honduras fue otro de los acontecimientos denunciados
mediante los bordados que llevan títulos como "Así tirotean nuestros campamentos
día y noche" y "Asesores norteamericanos asesinan a campesinos indefensos, niños,
ancianas, etc".
Los bordados
fueron hechos no sólo para obsequiarlos, sino para recolectar fondos para los
campamentos. Hoy son testimonios del horror, pero también de la resistencia ante
la adversidad. Es por eso que los bordados forman parte del patrimonio cultural salvadoreño y su importancia se refleja en lo que trataron de comunicar los refugiados, demostrando que aún en la miseria, querían reclamar sus derechos y dejar testimonio de lo que se vivió antes de lograr los Acuerdos de Paz.
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